Felicidad, alegría y dicha

Todos sabemos cuando estamos felices y cuando no lo estamos, y querríamos mantener tal estado aunque en el fondo dudamos que sea posible hacerlo permanente.  Tenemos también la idea de que la búsqueda de la felicidad es un derecho irrenunciable del ser humano y podríamos hacer un rápido balance de nuestra vida asignándole diferentes grados de felicidad.
Lo que no solemos tener muy claro es qué es la felicidad. Si en este momento hacemos el ejercicio de definirla… posiblemente nos encontraremos repitiendo algunas frases hechas, tratando de describir sensaciones o recurriendo a retazos de filosofías oídas por ahí. Más aún si intentamos llegar con otros a un acuerdo sobre qué es la felicidad; terminaremos amontonando ideas sueltas sobre las que estaremos de acuerdo sólo porque el tema es grato. No hay ningún inconveniente con ello, excepto que la situación nos muestra lo azaroso de nuestra relación con algo tan valioso, y que es difícil alcanzar algo que no sabemos del todo con certeza qué es.



Como señala Osho si estamos dormidos en la rutinaria existencia, domina la materia, domina el factum del cuerpo, y felicidad se equipara con placer. Cuando satisfacemos los deseos del cuerpo obtenemos placer y asociamos eso con la felicidad.
Este es el primer escalón, un estadio primitivo de relación con el mundo, y por cierto una situación de esclavitud pues dependemos de lo que nos proporciona placer. Además el placer es básicamente momentáneo porque es el estímulo agradable de los sentidos o la descarga de una tensión, la necesidad de algo que está allí afuera va acumulándose en mí hasta que logro satisfacerla; la tención se descarga y obtengo placer. El placer nace de nuestra necesidad de comida, de sexo, de abrigo, de descanso y se satisface directamente a través del cuerpo o por sucedáneos de él; a veces agregamos algunos refinamientos, pero sólo de eso se trata.
Nada malo hay con el placer, excepto que está indisolublemente unido al sufrimiento porque el placer cesa y sufrimos, o porque no logramos descargar la tensión; o porque tal como lo describe Silo el placer y el sufrimiento nacen del deseo, y mientras más se moviliza este más rápido placer y sufrimiento se suceden; “Si persigues el placer te encadenas al sufrimiento” reza parte de uno de los principios de la acción válida, pero el problema no está en el placer como algunos han pretendido hacernos creer, el problema está en encadenarse a él, el problema está en ponerlo por delante y encima de todas las cosas y de todas las personas deshumanizándolo todo y volviéndolo objeto de uso.

Cuando estamos más despiertos estamos más presentes en nosotros mismos y más libres de los dictados del entorno. Es en este ámbito interior donde aparece la felicidad. En Español “felicidad” es el ánimo complacido por la posesión de un bien, el contento que surge de esa situación. La felicidad está en el terreno de lo psicológico, no está tan atada a lo externo ni al instante como el placer y nos enriquece con optimismo y libertad. La felicidad nos da alas, nos impulsa al movimiento, a la búsqueda de más horizonte.
Como estamos en el terreno de lo anímico, de lo subjetivo, las definiciones y aproximaciones a la felicidad varían tanto como el mix de cultura e individuos, por lo que diferentes serán los bienes y las relaciones de posesión que generen felicidad.  Así encontraremos diferentes “calidades” de felicidad, desde una mundana y superficial a otra profunda y duradera; el ego aún juega un papel significativo en la felicidad.

Hay otro estado que está más allá del ego, la alegría, que en Español se define como sentimiento grato y vivo, animado.  La alegría es ya un estado totalmente interno, es un contento vital que desborda desde nuestro interior hacia afuera por cada vía posible, pensamientos, emociones, actos, nuestra expresión, nuestra salud.
Podemos decir que la alegría es una manifestación de nuestro espíritu que ya nada tiene que ver con sucesos, personas o condiciones externos; la alegría ya no es un estado de excitación, sino un regocijo profundo, sencillo y brillante. En la alegría hay paz, hay eternidad y significado de la vida; estamos ya en el terreno de las experiencias vitales profundas pero inefables.

El siguiente paso ascendente es la dicha, la comunión con la corriente de la vida, con el Universo, con Dios. En nuestra cultura los santos y místicos cristianos repetidamente han descripto este estado como un contacto directo y vivencial con Dios; es lo que en otras culturas se conoce como Nirvana, comunión con el Tao, o como algunas definiciones de Satori. La dicha es la liberación suprema del ser, “El alma se desliza suavemente dentro la divinidad que ama” dice San Francisco de Sales.
Una de las vías de realizar el proceso ascendiendo hasta la dicha es la meditación en la que deteniendo el parloteo de la mente las permanentes demandas del cuerpo y las distracciones superficiales entramos en el silencio y hacemos que nuestro ser entre en comunión con la existencia trascendente.

Cuando propusimos algunas guías para renovar y dar brillo a nuestra existencia señalamos la necesidad de aprender a elevarnos. Comprender el camino que va del placer a la dicha, tener registro de cómo se manifiesta cada peldaño en nosotros, es tener un valioso mapa. No importa dónde nos encontremos a cada instante, si sabemos dónde estamos y cuál es el camino la marcha se hace más sencilla y el corazón logra certeza y entusiasmo.

Cuando Buda dijo “Existe el placer y existe la dicha, renuncia al primero para poseer la segunda” no estaba oponiéndose al placer, estaba señalando el punto de partida y la culminación del viaje hacia el despertar humano. Es un camino que está abierto a todos, aquí y ahora.

Foto de Ted Chi (Algunos derechos reservados) 

Año nuevo vida nueva

Cada comienzo de año despierta en casi todos un sentido de vitalidad y novedad, de posibilidades. Aquello de “año nuevo, vida nueva” parece hacerse realidad y las oportunidades se sienten al alcance de la mano.
Es buen momento para nutrirnos en esa corriente renovadora y dejar atrás los patrones mentales, emocionales y físicos a los que estamos atados y que hacen de nuestra vida la repetición de unos pocos argumentos. Para dar cauce cierto a esa nueva vida que presentimos podemos utilizar cuatro estrategias de resultados garantizados: volvernos la definición, aprender a elevarnos, volvernos fluidos y volvernos holísticos.



 VOLVERNOS LA DEFINICIÓN: es dejar de delegar en las circunstancias, en causas anteriores o en los demás las características generales y particulares de nuestra vida, es asumir en primera persona la definición de nuestro existir. Es también tomar la autoridad propia y determinar el modo y la dirección en que nuestros actos y esfuerzos se orientan; y alude a la nitidez con que estamos en el mundo.
Ser la definición de nuestra propia vida empieza a suceder con naturalidad cuando asumimos que la vida no es eso que sucede afuera, que nos empuja en una dirección y otra y nos condiciona constantemente. Es al revés: vida es eso que está dentro nuestro, que nos anima, que desborda al cuerpo físico y a todo hábito emocional y mental; cuando damos cauce a esa fuerza todo lo externo es influido y condicionado por nuestro Ser, y la vida toma dirección cierta.
Ejercitamos esta dirección de vida de dentro a fuera cuando dejamos de ocuparnos de “caer bien” o “caer mal”, de tratar de “ganar la amistad o el favor de los demás” y hacemos la diferencia en el mundo. Esto no supone una forzada y permanente búsqueda de protagonismo y originalidad a toda costa, sino la manifestación de nuestro ser único e irrepetible; supone la autenticidad del corazón y la audacia optimista del ánimo.

Grabamos en nuestros circuitos neuronales y dinámica mental esta renovadora actitud cuando hablamos transmitiendo intención; dejando de lado los “tengo que”, “debo”, e incorporamos los “quiero porque”, “necesito porque”. La nueva forma de estructurar nuestro lenguaje hablará claramente para nuestros propios oídos, y nos comunicará asertivamente a los demás. Podremos orientar cada vez mejor los actos no por el azar y la obligación, sino por nuestra intención vital.
En este ser la definición de la vida nuestra personalidad suele presentar las primeras dificultades, ya que como resultado fijo de patrones de conducta, sentimientos y pensamientos nos aliena del vivir directo, como dice J. Lacan. Pero no es luchar contra la personalidad ni intentar “mejorarla” lo que va a transformarnos, sino el dejarla atrás, pasando de acciones condicionadas por la personalidad a acciones dirigidas por nuestros propósitos.
S. Chandler propone como medios de hacer lugar a los propósitos el cambiar nuestra conducta de lo reactivo a lo creativo, dejar de distraernos-escondernos detrás del “no sé cómo” y buscar activamente la vía para hacer lo que queremos, y dedicar menos tiempo a evaluar pros y contras y tomar una vía que valore más la elección como manifestación de los propósitos.

Una antigua máxima, reformulada contemporáneamente por A. Einstein, afirma que un problema no puede resolverse en el mismo nivel en que se generó porque justamente en él es un problema; esta es una forma simple de comprender la profunda transformación que se produce en la vida al APRENDER A ELEVARNOS.
Esto es así en todos los aspectos de la vida: los problemas relativos al conocimiento requieren superiores conocimientos para ser resueltos, los emocionales necesitan contenidos y dinámicas superiores, y los de relación con los demás o el mundo natural que sólo son solucionados desde otro nivel de recursos o habilidades. Hasta el insight que busca la psicoterapia es la comprensión de los sucesos vitales desde una perspectiva superior.
Solemos usar la metáfora de que alguien o algo “tiene vuelo” o es “de alto vuelo”, pero poco reparamos que “Elevarnos” es una forma de decir que necesitamos alejarnos de la mediocridad, “de la bandada de la comida” como hacía Juan Salvador Gaviota. Una de las interpretaciones simbólicas de la cruz cristiana es la que muestra la vida cotidiana, la que se mueve en la tierra (el crucero horizontal, como es nuestro horizonte) encontrando la escala espiritual que va de “lo bajo” (lo rústico) a “lo alto” (lo divino) en su parte alta. Aprender a elevarnos es desarrollar la capacidad de trascender cotidianamente nuestras propias limitaciones y pequeñeces, es remontar poderosos en las alturas humanas.

VOLVERNOS FLUIDOS es estar siempre presentes. Es mantenernos inmersos en lo que estamos viviendo relacionándonos con ello de forma espontánea porque “una vida plena es una creación individual que no puede ser copiada de recetas”, tal como dice M. Csíkszentmihályi. Habitualmente estamos atrapados en nuestra mente conceptual, planeando, comparando, juzgando, recordando; pocas veces conectamos nuestro Ser con la naturaleza esencial de la vida y como un arroyo de montaña nos mantenemos siempre en movimiento, siempre cristalinos, hacia la consumación de nuestro destino, porque nunca hay obstáculos sino nuevos caminos.
Meditar regularmente asegura el despertar de nuestra espontaneidad profunda, de la natural sabiduría de nuestra esencia. No son necesarios largos períodos ni elaborado ritualismo; sencillos momentos de aquietamiento y suspensión temporal del ego obran maravillas en nuestra vida y en el mundo a nuestro alrededor.

Aprender a fluir es aprender a vivir con la incertidumbre y la ambigüedad. Queremos que todo sea blanco o negro y saber lo que es bueno o malo para tener referencias fijas que nos den ilusión de continuidad, de seguridad. Pero la existencia está llena de matices, nosotros mismos albergamos contradicciones y aspectos indefinidos que a veces negamos, a veces reprimimos. Vivir en plenitud requiere aprovechar todos los vientos, resolver todos los climas.
El mismo maravillamiento ante el universo, o el anhelo de renovarnos, nos pone frente a lo desconocido, a lo incierto, a lo que va aclarándose sólo a medida que lo experimentamos. Por eso todos los líderes son capaces de convivir y manejar ambigüedad e incertidumbre, porque es la única forma de reunir lo diferente, de saltar por sobre el abismo que existe entre lo que se repite mecánicamente y las nuevas formas. Elevarse, de lo hablábamos hace un instante, es también alzarse hacia ese territorio desconocido; animarnos y saber relacionarnos con lo diferente, nuevo e incierto abre el horizonte de nuestra vida hacia espacios antes ni siquiera soñados.

Finalmente VIVIR HOLÍSTICAMENTE es aceptar que no todas las causas y efectos están a la vista, que siempre hay algo más, que la vida y nosotros como parte de ella, no puede ser reducida a un sistema mecánico y simple ¿Qué mayor insensatez que pretender abarcar todas las causas y controlar todos los efectos?

Vivir holísticamente no es tener más información, más ideas o una concepción refinada; es comprender que no podemos separarnos de la vida, ni separarla a esta en partes e intentar comprenderla analizándolas.
Holístico viene del Griego “holos”, entero, total; vivir holísticamente es cobrar consciencia de que nuestra salud no está segmentada en física, mental y espiritual sino que es un todo funcional; que nuestro destino como individuos no está separado del de nuestro medio natural y social, ni estos del planeta en el que vivimos.

No se trata de adoptar una posición dulzona que pendula entre la indolencia y la ingenuidad, sino de volvernos protagonistas de la existencia, de asumir responsabilidad de nuestro destino individual y común.


Foto de Son of Groucho (Algunos derechos reservados), via Flickr

Herramientas para crear felicidad

Muchas conversaciones que llamamos de sentido común toman la felicidad como un estado esporádico en nuestras vidas y usualmente aceptan que está sujeta a mil casualidades. Casi todos aceptan como permanente la búsqueda de la felicidad, pero dudan de la posibilidad de permanencia del estado.
La psicología misma estuvo por mucho tiempo ocupada en la investigación, teorización y tratamiento de las patologías psicológicas, hasta que a finales del siglo XX M. Seligman y M. Csíkszentmihalyi proponen “una ciencia del la experiencia subjetiva positiva, de los rasgos individuales positivos y de las instituciones positivas”.



Csíkszentmihalyi señala que nuestras experiencias pueden clasificarse de acuerdo con la relación entre el nivel de desafío que se nos presenta y las habilidades de que disponemos para superarlos; a grandes desafíos y pocas habilidades surge la angustia y el temor, desafíos pequeños y grandes habilidades generan aburrimiento y desidia. Entre la zona de la angustia y la del aburrimiento este esquema señala la existencia otra en la que se encuentran las experiencia óptimas, en las que las demandas de la vida y nuestras habilidades para resolverlas más o menos se emparejan, entonces nos sentimos activos, vivos, propositivos, en movimiento; la vida fluye.


La primera herramienta entonces es no inmovilizarnos ante la angustia o el temor, sino identificar las habilidades faltantes y dedicar energía a incrementarlas pues allí está la salida segura. En la situación opuesta acometer emprendimientos que pongan en juego todas nuestras capacidades para transformar el aburrimiento y la desidia en plenitud. La aplicación de esta sencilla fórmula inmediatamente empiezan a generar una vida de calidad.

Seligman señala cinco dimensiones de la experiencia humana de las que se nutre y surge la felicidad: PLACER (una base de sensaciones agradables), INVOLUCRAMIENTO (ser esenciales decisores en los eventos de nuestra vida), RELACIONES HUMANAS (“el otro” percibido y sentido como humano), SIGNIFICADO (lo cotidiano inscripto en algo mayor, la propia vida integrada a un sentido trascendente), y LOGROS (la propia percepción de haber logrado algunos objetivos).

La segunda herramienta es nutrir intencionalmente cada una de estas dimensiones de nuestra vida, especialmente aquella en que detectemos ausencia o debilidad. Ya no más dejar a merced de la casualidad estas dimensiones de la experiencia, ni dejar que unas crezcan a costa de la muerte de otras.

Con estas dos herramientas “la búsqueda de la felicidad” deja de ser un eslogan o un concepto elusivo, y se vuelve un camino claro que nos orienta cotidianamente, porque como dice S. Sinay es inútil perseguir la felicidad, si creamos las condiciones y ella nos alcanzará.




Foto de Forsaken Fotos CC-BY-2.0, vía Flickr.com

Estrategias para tratar personas tóxicas

Recibí muchos comentarios luego del post anterior en el que expliqué seis pasos para aliviarnos del sufrimiento que nos producen las personas que no tienen remedio.

Algunos de los comentarios preguntaban qué hacer en lo inmediato, mientras el yoga y la meditación van desarrollando en nosotros las capacidades que trasciendan a esas personas tóxicas .
Eso en lo que vamos a ver hoy: ocho estrategias, desarrolladas por la Psicología, para manejar esas relaciones que nos hacen sufrir.

Son técnicas, sólo requieren de nosotros tres condiciones: una mínima capacidad de mantener a raya nuestro sentido de auto-importancia, un análisis de situación bastante sencillo, y la disciplina de aplicar la técnica consistentemente.

En los años que llevo indagando y trabajando en la aplicación de conocimientos milenarios de desarrollo espiritual al vivir cotidiano del S. XXI, he visto con claridad que lo que en la antigüedad se sustentaba en preceptos generales de sabiduría, ahora requiere de conexiones específicas con el funcionamiento mental-emocional de la familia, el trabajo, las amistades, la pareja, los grupos sociales.
Y como las empresas son estructuras humanas, más de una vez he evitado pérdidas o ineficiencias, hacia adentro y hacia afuera de las organizaciones en las que he participado, aplicando estas mismas ocho estrategias para tratar con personas tóxicas. Incluso estas estrategias son aplicadas por negociadores profesionales en situaciones de multimillonarias operaciones comerciales, o de rescate de rehenes. Son técnicas extensamente probadas.
Un mínimo manejo de  algunas técnicas te aliviará de mucho sufrimiento mental, moral y emocional.


Entonces en este post completarás tu capacidad de ver en perspectiva las relaciones tóxicas, y aprenderás un repertorio de estrategias de aplicación inmediata.
Un mínimo manejo de las condiciones, actos y técnicas de este post, y del  titulado Qué hacer con las personas que no tienen remedio, te dará capacidad para aliviarte de mucho sufrimiento mental, moral, emocional, y te permitirá ayudar a otros que estén en tales situaciones.
Puedo asegurate que en términos prácticos no hay mucho más que decir, además de lo incluído en estos dos episodios.
Claro que hay mucho para profundizar desde diferentes perspectivas, para pulir, para sistematizar, para filosofar. Hay cursos, carreras, tratados, ensayos de excelente calidad en el tema. Te aliento a que recurras a ellos si te interesa, pero en estos dos episodios tienes el material necesario y suficiente para desarrollar condiciones de calma, de certeza, de felicidad.

-Repetimos reglas de relacionamiento positivo que tenemos neuronalmente grabadas cuando alguien que nos agrede, nos abusa, nos mortifica, de diferentes maneras-

Quienes me vienen siguiendo hace un tiempo saben que insisto en lo imprescindible de volvernos activos constructores de nuestra cotidianeidad, con la mirada puesta en lo que trasciende a día a día.
Por eso puede sorprender que afirme que inicialmente no tenemos mucha elección en la forma en que nos relacionamos.
Pero recuerden que en yoga construimos a partir de lo que encontramos, y pocas opciones son las que hay en este caso.
Porque la relación con las personas que no tienen remedio, aún siendo tóxica, es procesada por nuestras conexiones neuronales del relacionamiento. El cableado, por decirlo gráficamente, es uno sólo. Nos enseñan las reglas sobre cómo interactuar con otros en nuestra más tierna infancia, y esas reglas, esas formas, se quedan ahí grabadas. Eso es con lo que nos encontramos.

Y en general esas reglas, a las que nos atenemos y repetimos, nos sirven bién en general para manejarnos en la cultura que creó esas reglas. Pero son reglas generales, para situaciones generales, son reglas que funcionan cuando todos las cumplen... pero las personas tóxicas no lo hacen. Son reglas para mantener la cohesión de la tribu, pero a las personas tóxicas eso no les interesa.
Y ahí quedamos atrapados, repitiendo las reglas de relacionamiento positivo que tenemos neuronalmente grabadas ante alguien que nos agrede, nos abusa, nos mortifica, de diferentes maneras.
Es muy importante tener esto claro, porque para aplicar las estrategias que vamos a ver enseguida necesitamos actuar de manera eficaz para aliviarnos de la relación, no repetir lo que no funciona.
La principal fuente de sufrimiento ante las personas tóxicas es la intensa frustración, en general inconsciente, ante la traición a las reglas con las que nos movemos. Sufrimos porque estamos indefensos y perdidos. Hacen falta otras reglas, específicas para estos casos específicos, y aquí es donde están estas estrategias psicológicas.
Hay algunas trampas en el camino de usar estas técnicas.

Alguna de estas técnicas ya la usamos espontáneamente, pero siempre aplicamos la misma, no importa lo que esté sucediendo, no importa la enfermedad, aplicamos siempre el mismo remedio. Porque fué el que nos enseñaron, o porque una vez nos funcionó, volvemos siempre con él.
También lo que podemos llamar nuestro estilo personal limita nuestras primeras opciones. Es muy gráfico ese dicho de que "el que es un martillo ve todo como un clavo".
Es frecuente también que hagamos lo que es mejor visto en nuestro círculo social, en lugar de lo que mejor funcionaría. Estudios psicológicos muestran que nos sentimos mejor si intentamos todo lo que se espera que hagamos, que si hacemos todo lo que podría funcionar.
Hay que considerar que no todas esta estrategias son posibles todas las veces, algunas estrategias son socialmente difíciles de aceptar por el rol que tenemos en la relación. Por ejemplo: lo que puede hacerse con un colega no puede hacerse con un jefe.
La posibilidad de aplicar una estrategia depende en gran medida de la importancia que tenga para nosotros la relación o el producto de la relación.
Y siempre hay que considerar la dinámica de la relación. Por ejemplo, una relación importante sugiere evitar estrategias de alejamiento, pero si la cercanía amenaza la relación funcionará mejor el alejamiento.


Técnicas psicológicas que podemos aplicar ante relaciones tóxicas.


Ojo por ojo.
La referencia a esta norma de la Ley del Talión puede sonar fuerte, pero expresa con claridad una técnica que funciona con gente tóxica en contextos donde la cooperación mutua genera mejores resultados para ambas partes.
La técnica consiste en ser cooperativo hasta que la otra parte deja de serlo, en ese caso replicar la última acción de la otra persona, y volver a cooperar cuando la otra parte lo hace.

Pelear.
Es usar algún tipo de agresión para hacer menos atractiva a la otra persona el perjudicarnos o importunarnos. El tipo de agresión depende de la situación y las personas, puede ir del insulto a levantar rumores sobre esa persona, amenazarla con algo legal, o con un acto disciplinario.
Esto no va a cambiar la tendencia de la otra persona, pero la va a desalentar de meterse con nosotros.
El riesgo es desatar una hostilidad abierta.

Huir.
Es evitar a la otra persona. Lo que va desde ir al gimnasio en un horario diferente, dejar de ir a los lugares que esa persona va, y hasta cortar la relación y las comunicaciones.
El riesgo es generar una guerra fría y perder toda posibilidad de acercamiento.
Enfriar.
Es manejar la relación por sus canales formales, y en sus aspectos indispensables. Cumplir con lo indispensable y evitar todo lo demás.
Incluye no contestar ni darse por enterado de lo que no es indispensable que uno conteste o comente. Que el frío ocupe todo lo demás.

Plantarse.
Algunos llaman a esta estrategia "agresión virtuosa". No es enfrentar abiertamente a la otra persona, pero sí sostener enérgicamente las propias necesidades y puntos de vista, en todo momento y en toda circunstancia. Es no ceder, insistir, no hacer lo que no se quiere hacer, ni aceptar lo que no se quiere aceptar.
Es algo que puede hacerse con mucha soltura y humor, porque finalmente es acertividad.
Rendirse.
Puede no parecer una estrategia, de hecho no lo es si uno sigue interiormente resistiéndose.
Pero en algunas circunstancias puede ser la única salida para continuar con una relación de la que se deriva algo que necesitamos. Será una estrategia si logramos mantenernos el foco en que estamos haciendo un trueque, que estamos comprando algo importante para nosotros con ese rendirnos.
Hay que tener mucho cuidado, es fácil olvidar el trueque y aún así es una estrategia que puede sostenerse saludablemente por tiempo limitado.

Estrategizar.
Toda conducta en general está dirigida a conseguir algo (en nuestro caso también). Esta estrategia consiste en identificar el objetivo de la conducta de la persona tóxica hacia nosotros.
Cuando es algo concreto podemos evaluar si vale la pena luchar por eso o cederlo y resolver la situación. Otra veces será una necesidad de la otra persona de sentirse importante, a veces juego sencillo de seguir para que nos deje en paz.
Resolución conjunta de problemas.
Es un honesto esfuerzo por buscar la base del problema y resolverlo de forma mutuamente satisfactoria. Esta estrategia requiere que la otra persona también tenga buena fe en maximizar su satisfacción en la relación.
Lo que suele cambiar totalmente la situación, y abrir posibilidades donde parecía no haberlas, es desentrañas los intereses de cada uno. Los intereses son las necesidades y preocupaciones fundamentales.
A partir de esos intereses se adoptan posiciones, y allí suele trabarse todo. Porque en general solo hay una forma de satisfacer esas posiciones, pero a menudo hay muchas formas de satisfacer un interés.
En situaciones de conflicto nos suele costar identificar nuestros intereses porque no estamos acostumbrados a pensar en ellos. Queremos ciertas situaciones o cosas, pero no para cubrir qué necesidades.


Apectos clave para tratar con personas tóxicas.

Repasemos entonces, y miremos todo esto desde el yoga y la meditación:

Tendemos a reaccionar siempre igual, repitiendo patrones que ya tenemos grabados. No hacemos lo que sería mejor para resolver la situación, sino lo que nos resulta más cómodo por conocido.
Es indispensable ver y aceptar esto, y las fuertes emociones presentes.
Contenida la reactividad, hay que evaluar la importancia que los resultados de la relación tienen para nosotros, el contexto social, y rol de cada parte. La línea de acción mas efectiva es dependiente de esos factores.
A partir de ahí la Psicología explica que podemos
      • 1.   Cooperar o no, en espejo con la otra parte.
      • 2.   Emplear agresión disuasiva.
      • 3.   Evitar a la otra persona.
      • 4.   Manejar todo bajo la formalidad.
      • 5.   Afirmarnos acertivamente en nuestra posición.
      • 6.   Comprar los beneficios de la relación con nuestra rendición.
      • 7.   Ceder lo que no es importante.
      • 8.   Buscar formas de máximo beneficio mutuo.
Estas estrategias son efectivas ayudas técnicas, apoyarnos en ellas sacarnos de estados de sufrimiento. Pero nuestra vida mental y emocional no se reduce a una serie de principios mecánicos.

Aún con la más pulida aplicación de cualquier técnica, frecuentemente nos encontramos en las dimensiones más amplias y difíciles de definir del reconocimiento, la legitimidad y la moralidad.
Ceder en ciertas situaciones ¿No es aceptar lo moralmente inaceptable? Tratar con ciertas persona ¿No es darles una legitimidad que no tienen? ¿Hay una forma "adecuada", "correcta", "mejor", de relacionarnos con la mentira, la violencia, el abuso? ¿O sólo estamos claudicando?
Ante las personas tóxicas siempre está en juego nuestro auto-respeto, nuestro propósito moral, y lo que sentimos es nuestra identidad. Las estrategias que he detallado abordan el lado práctico de la situación, generando a veces una gran tensión con el lado moral. Estas tensiones no pueden ser resueltas desde la practicidad.

Las técnicas son necesarias y útiles, pero no satisfacen al alma humana, no resuelven nuestros dilemas existenciales, no amplían nuestras dimensiones trascendentes.
Por eso el yoga tiene 8 vías de ejercitación, siendo las asanas sólo una de ellas. Por eso la meditación tiene técnicas dirigidas a dejar atrás toda técnica y lograr un estado.

Por eso te aliento a que manejes y uses en tu beneficio concreto las estrategias que he comentado aquí... pero que crezcas, te liberes y seas feliz, y fuente de felicidad.
Adentrándote en los caminos que te expliqué en el episodio anterior encontrarás en tu interior el terreno firme, la fuerza, para aplicar cualquier técnica con integridad.






Foto Women's power, por andreas160578

Qué hacer con la gente que no tiene remedio.

Una lectora de este blog me sugirió un tema que en seguida despertó mi interés:
¿Que hacer con la gente que no tienen remedio? ¿amargarse? ¿Volverse como ellas? ¿Hacer de cuenta que no nos afecta?.

Me entusiasma el tema porque esta pregunta siempre acompaña experiencias muy desagradables, de frustración, de enojo, nos sentimos traicionados, agredidos y hasta insultados. Situaciones que nos debilitan y opacan nuestra vida.
Aquí vamos a ver el origen de tales situaciones y los pasos para superarlas, para saber qué hacer, con esa gente que nos roba la energía y la alegría, muy bien definida como gente tóxica.

En los casi cuarenta años que llevo enseñando yoga y meditación, me he encontrado muchas veces con gente bloqueada emocional y energéticamente en situaciones de ese tipo: alguien cercano, por vínculo familiar o laboral, que es fuente permanente de frustración y agravio.
Notablemente lo he visto lo mismo en mi actividad profesional en las empresas: las organizaciones sufren situaciones semejantes, dificultades permanentes, problemas que se repiten, que generan pérdidas económicas, de funcionalidad, de calidad. Todos en la organización se quejan, sufren de diferentes maneras, pero no encuentran cómo salir de la repetición.
Los conflictos se resuelven cuando entendemos su raíz

Afortunadamente a personas y organizaciones he podido mostrarles la solución, que siempre da resultado. Una solución que en el terreno individual durante milenios han venido perfeccionando maestros espirituales, y que ahora entendemos mejor por los descubrimientos de las neurociencias.
En el mundo de las empresas se utiliza otro lenguaje, pero la solución es la misma.
Aquí voy a compartirte esas técnicas, para que si estás en tal situación, ya mismo comiences a aliviarte de la gente que no tiene remedio. Y si afortunadamente no estás pasando por una disyuntiva así, tengas los elementos para no caer el ella, o ayudar a alguien cercano a salir de ella.

Posiblemente estés pensando "sí, ya sé lo que vas a decir: No hay que engancharse con esa gente. La teoría es buena... pero en la práctica esa persona siempre encuentra la forma de salirse con la suya y hacerme sentir horrible". Es lo que habitualmente sucede, pero aquí vamos a ver cómo el yoga desarrolla en nosotros la capacidad de actuar con seguridad y eficacia ante la gente que no tiene remedio.

Comencemos con esa situación que nos subleva, nos desgasta y empobrece la vida ¿Qué hacer con la gente que no tiene remedio?
Es importante darnos cuenta que, aunque lo formulemos como pregunta, el estado interior que lo acompaña no es de duda, no está encaminado a buscar soluciones. El estado interior es siempre esa sensación de bloqueo, de profunda frustración.
No es una pregunta, es una declaración de impotencia, es un acto que manifiesta la impotencia que se está sintiendo. Otras veces es una manifestación catártica, una forma de liberar temporariamente una presión psicológica ya insoportable.

Remedio en seis pasos.

En yoga construimos siempre a partir de lo que encontramos, de lo disponible en el momento. Es la única forma, por otro lado, de resolver cualquier problema: establecer con claridad la situación.

Entonces aquí va el PRIMER acto que comienza a liberarnos: Tomar clara consciencia de que estamos bloqueados interiormente, atascados exteriormente, y sufriendo.
Igual que cuando practicamos asanas nos encontramos frecuentemente en situación de no poder realizar alguna postura como se sugiere, o de no poder pasar de una a otra con la fluidez que queremos; o de ser incapaces de aquietar emociones y mentes y centrarnos en la práctica.
El practicante novato se frustra y se rebela, pero el yoga le da la oportunidad de comprobar, que no es ni la asana, ni el clima, ni los ruidos, ni el mundo acelerado. Son nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestra mente. Y le da la oportunidad de trabajar sobre eso.
La sesión de yoga es el laboratorio donde vamos experimentando con nosotros y el mundo en un entorno seguro y controlado. Entonces "Qué hacer con la gente insufrible" (otra expresión que describe la experiencia) es lo mismo que "qué hacer con la asana que no sale".
Entonces sabemos de que la solución no pasa por lo externo sino por lo interno; no tiene que ver con el otro sino con nosotros mismos.

Y aquí estamos en el SEGUNDO acto liberador: Decidir abandonar el sufrimiento y la queja, y volverse constructor, dueño, del ropio mundo interior y destino. Requiere claridad y coraje, que se cultivan con el yoga, pero es una bifurcación en el camino que transforma todo.
Bien, sabemos que la solución en la relación con la gente que no tiene remedio está en nosotros, y hemos decidido resolver eso, ahora ¿Cómo? Tomando el sufrimiento que la gente que no tiene remedio nos produce, como indicador de una deficiencia o un problema. El sufrimiento una gran oportunidad de crecimiento cuando lo resolvemos.
Sufrimos a partir de dos condiciones: por una vulnerabilidad personal que está siendo afectada, y porque resistirmos a lo que está ante nosotros.

El TERCER acto liberador es identificar qué vulnerabilidad en nosotros está siendo afectada, en qué herida está metiendo esa gente toxica su dedo. Ver esto transforma todo, ya no estamos atascados, ahora el panorama es claro y sabemos dónde está el verdadero problema.Los pasos siguiente s al respecto dependerán de lo que se trate, así que escapan a lo que podemos abarcar aquí.

La CUARTA acción es listar, por escrito mejor, los recursos que ya tenemos, las capacides, cualidades, relaciones, a las que ya mismo podemos recurrir para proteger esa vulnerabilidad. Y asegurarnos de activar esos recursos, y apoyarnos en ellos.
El QUINTO acto es incrementar esos recursos, al tiempo que se desarrollan y aplican acciones que remedian, que sanan esa vulnerabilidad.

Te dije que sufrimos a partir de dos condiciones: las vulnerabilidades afectadas, y por resistimos a lo que sucede.
El SEXTO paso que nos libera de la gente que no tiene remedio es dejar de resistirnos, aceptar que lo que es, es. Que esa personas, esa relación es así.Porque una gran cuota de sufrimiento surge de la tensión entre lo que quisiéramos que fuera, lo que creemos que debiera ser, nuestro ideal, y las cosas como son. Aceptar, en este caso, no equivale a validar, si no a desacoplar lo que sucede de toda expectativa. Entonces desaparece todo esa fricción entre un mundo que esperamos y el que está allí, y podemos poner toda nuestra energía en este último.
Podríamos tomarlo como una fórmula matemática: el sufrimiento es igual a lo que sucede multiplicado por la resistencia que le oponemos.

Recapitulando entonces, cuando nos preguntamos qué hacer anter la gente que no tiene remedio, en esas relaciones tóxicas, hay seis PASOS bien concretos:
      • Darnos cuenta que lo que nos hace sufrir es que estamos bloqueados interiormente, y atascados exteriormente.
      • Abandonar con decisión el camino de la queja, y adueñarnos del mundo interior.
      • Identificar la vulnerabilidad que está siendo afectada.
      • Proteger esa vulnerabilidad. con los recursos que ya tenemos.
      • Incrementar esos recursos, y ampliar acciones que sanen esa vulnerabilidad.
      • Dejar de resistirnos a lo que es.
Yoga y meditación son los espacios donde experimentamos con todo esto de manera acotada y segura. Yoga y meditación desarrollan los estados interiores donde hacer pié, despertar la motivación, la confianza, y la capacidad de perseverar, hasta remediar nuestra relación con la gente que no tiene remedio.







Imagen: Clam, by Kimberley Hill, CC-BY-2.0
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